2.1.- LA CRISTALOGÉNESIS.

 

Es el proceso por el que un mineral forma cristales. En la mayor parte de los casos, tiene lugar mediante uno de estos procesos:

 

 

 

 

 

Nucleación.

La formación del cristal debe comenzar con la formación de un núcleo inicial, una diminuta partícula con las características geométricas y las propiedades del cristal, a partir de la cual este puede crecer. La formación del núcleo o nucleación comienza al producirse la unión de alrededor de un centenar de celdas unidad en un equilibrio muy inestable entre el medio y el cristal, de manera que unas veces el cristal se evaporará o disolverá y otras se producirá la nucleación y a partir de aquí el crecimiento.

En otros casos, el núcleo inicial puede ser un cristal formado con anterioridad o una partícula extraña.

 

 

Crecimiento de los cristales.

Para que un cristal crezca es necesario un aporte continuo de materia a la red cristalina del núcleo inicial. Así, se van completando varias cadenas lineales que después se asocian en una superficie reticular. Para construir más superficies reticulares, son necesarios nuevos núcleos. El cristal crece a medida que se van añadiendo nuevas superficies al conjunto.

Muy frecuentemente, durante el proceso de crecimiento del cristal aparecen irregularidades o imperfecciones que afectan a la velocidad de crecimiento del cristal, a su forma final y a sus propiedades físicas. Un ejemplo es el de las dislocaciones, que se producen cuando se origina un desplazamiento de una superficie reticular respecto de otra, formando un escalón. Esto favorece el crecimiento de ciertas caras del cristal y ralentiza o impide el de otras; el resultado es una forma final irregular.

 

 

Agregados cristalinos y maclas.

En  la naturaleza es muy raro que los cristales se originen aislados. Lo más habitual es que cuando un cristal crece, también suelen hacerlo otros a su alrededor a partir de otros núcleos. Estas agrupaciones de cristales se llaman agregados cristalinos, y pueden ser de varios tipos:

 

 

 

 

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